Justo anoche, compartía una cerveza artesanal con uno de mis primos; y asombrado con lo poco o mucho que hasta ahora le he enseñado y compartido, me sentí muy orgulloso por cómo se expresaba de la joyita que degustábamos. En verdad me dejo boquiabierto con todo lo que comentó, siendo que hace un par de meses era de las personas que me recriminaba pagar 10 o 20 pesos más por una cerveza, que para él era solo eso: “una cerveza”.
Hace
poco tiempo que comencé este maltoso viaje en botella, adentrándome en
las junglas y misterios que envuelve nuestra alteza serenísima: La
Cerveza. Hasta ahora no ha sido sencillo y definitivamente no ha sido
bonito; y eso lo tenía claro desde el principio, pero algo si les digo,
¡Ha sido gratificante! Ahora les explico.
Todo
el mundo se queja constantemente acerca de la poca calidad que hay en
los productos nacionales (o al menos sucede mucho en Latinoamérica) y es
por eso que ha sido más cómodo adquirir productos extranjeros que de
alguna manera, nos dan cierto respaldo de garantía por el historial y
tiempo o experiencia que tiene tal o cual país en fabricar dichos
productos. La cerveza; cómo muchos productos gastronómicos, ha sido uno
de esos productos que muchas veces preferimos adquirir de otro país por
qué “allá si saben cómo hacerla”. De Alemania, Inglaterra, Bélgica,
Holanda, Dinamarca, Republica Checa, Rusia, Italia, Francia, etc. esas
son las preferidas y más buscadas, y no niego que tengan una gran
cultura cervecera, con muchísimos años de tradición y perfeccionamiento
pero ¿Qué tal recomendar una cerveza de Cuba, Chile, Perú, Costa Rica,
Ecuador, Australia, Nueva Zelanda, India, Sudáfrica, Brasil, Estados
Unidos o México? Por su puesto que las hay y de igual calidad que las
europeas.
¡Hay
que experimentar, aventurarnos y probar! Como en todos los
experimentos, habrá fallas; eso ni dudarlo, pero ya tendrán una
experiencia sensorial más que contar algún día. Lo que no se vale, es
quedarse conformes, seguir enriqueciendo a grandes industrias que no se
preocupan por la calidad de producto que nos vende, y ciertamente no
ofrecen una extensa gama de estilos de cerveza.
Créanme
que se siente muy bonito saber que poco a poco se va haciendo la
diferencia, poco a poco vamos ganando más seguidores y que ellos
alentaran a más personas para que pidamos, exijamos el producto de
calidad por el que pagamos.
No es necesario saberse toda la teoría detrás de la cerveza para saber apreciarla y disfrutarla como Dios manda,
ciertamente cualquier persona con ganas de deleitarse, puede hacerlo.
Hay Chefs, Sommeliers, los Maestros Cerveceros, hedonistas, sibaritas, foodies, gourmands,
aficionados, etc. pero todos coincidimos en algo; lo que vamos a poner
en nuestras bocas, es para disfrutarse y no solo para ingerirse.
Si
la mayoría de las mujeres (y algunos hombres) gastan muchos billetes en
sus manicuras y pedicuras, creo que nosotros podemos gastar 10 o 20
pesos más por una BUENA cerveza que puede convertir ese día tan
aburrido, en un GRAN día.